“Factores que incrementan el riesgo de violencia en los niños, niñas y adolescentes; especial referencia a la interacción con animales”. Por Agustín Mansilla Zambrano, Delegado de CoPPA en España.

2014

C. Octubre, 2014.

16102014
Agustín Mansilla Zambrano, Delegado de CoPPA en España: Abogado, experto en Criminología y Máster en Psicoanálisis. Es Miembro del Comité Científico de SECVI (Sociedad Española contra la Violencia) y de la Comisión de Formación de ICABA, siendo Director de su Revista Jurídica (USUS FORI). Así como Responsable de la Comisión de Formación y Prevención de CRIMEX (Asociación de Criminólogos de Extremadura).

Título de la Ponencia: “Factores que incrementan el riesgo de violencia en los niños, niñas y adolescentes; especial referencia a la interacción con animales”.

Lugar y fecha: Congreso de los Diputados (Madrid), el pasado 19 de septiembre, durante las II Jornadas Parlamentarias organizadas por APDDA bajo el título “Violencia de Especie: estrategias educativas para una cultura de paz sin discriminación”.
Extracto Ponencia:

"… En el día a día de cualquier sociedad occidental encontramos violencia que apenas es percibida de un modo consciente por las personas que la sufren, y que de tal manera es transmitida a los niños, niñas y adolescentes, es lo que me he atrevido a llamar como violencia silenciosa o violencia blanca.
Este tipo de violencia es practicada y percibida por una gran mayoría de ciudadanos en sus hábitos y costumbres, en su dieta, en sus momentos de ocio, en su trabajo, en la práctica totalidad de sus actos y que en pocas ocasiones es realmente percibida conscientemente pero sí admitida y aceptada.
Prueba de ello la encontramos en los zoos, por poner un claro ejemplo, los padres llevan a sus hijos pequeños a ver los animales que allí se encuentran y lo que realmente les están transmitiendo, con un acto en apariencia inocente, es el poder que el ser humano ejerce sobre el resto de animales (¿recuerdan que la violencia está relacionada con el concepto de poder?), capturándolos, privándoles de libertad y de su hábitat natural y exhibiéndolos para lucrarse. Algo parecido sucede cuando regalamos o compramos un animal, una conducta tan normalizada y socialmente reconocida y aceptada, y que sin embargo encubre un auténtico ejercicio y lección de violencia silenciosa o blanca, dónde se le vuelve a transmitir al niño la creencia de que el animal humano es superior al animal no humano y, por tanto, es su dueño y señor, con plena capacidad y disponibilidad sobre su vida ya que esta le pertenece. En televisión, Internet y cualquier otro medio de comunicación, vemos que el marketing exhibe ese tipo de violencia blanca o silenciosa, que es percibida continuamente por los niños, niñas y adolescentes, en la que de nuevo se les transmite la idea de poder sobre el resto de animales. A menudo se transmite propaganda y publicidad donde se muestran animales alegres de ser su comida, animales felices de participar en eventos crueles y violentos.
Desde la cultura, la religión e incluso del sistema educativo es transmitida esa violencia blanca o silenciosa a los niños, niñas y adolescentes, bien promocionando o calificando de tradición determinados eventos donde la violencia es la razón de ser de los mismos, desde la creencia de que Dios puso a los animales para uso y disfrute del hombre, y que así se recoge también en numeroso material docente utilizado en colegios e institutos de enseñanza, cuando lo que se les transmite a los alumnos es el concepto de “utilidad”, de herramienta o de servicio (recuerdo hace años, mi sobrina que contaba por entonces con no más de ocho años, mientras hacía los deberes que desde el colegio se le había mandado, me pregunta ¿para qué sirven las jirafas?, estupefacto por la pregunta le digo que no comprendo la pregunta y ella responde, sí, en el cole me han dicho que las vacas sirven para dar leche y cuero, las gallinas huevos, y un tanto más de ejemplos, para acabar haciendo la misma pregunta, a lo que le respondo tanto la jirafa como cualquier animal no sirven para nada más que para vivir, no tienen por qué servirnos a las personas, fue difícil hacerle entender algo tan natural, básico y sencillo como el hecho de que nacemos para vivir y no para servir para algo, un efecto claro de la violencia blanca o silenciosa).
El riesgo de este tipo de violencia es su casi invisibilidad, apenas es perceptible, debido a que es fruto de un concienzudo y continuo trabajo de aprendizaje desde las más temprana edad, recuerden desde el propio lenguaje, desde los actos cotidianos de los adultos que nos rodean, lo que la hace especialmente peligrosa y delicada, puesto que hasta personas que tienen un alto índice de empatía pueden ejercerla y transmitirla, recuerden que la empatía también es necesario educarla, no se siente la misma empatía por todas las especies o por todas las personas".

PDF del texto completo:

https://coppaprevencion.org/files/recurso_agustin_mansilla.pdf

 

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