Acceso abierto a estudio de CoPPA sobre vivencias de mujeres expuestas a la violencia de pareja y el maltrato animal en Ecuador

2025

El estudio cualitativo, llevado a cabo por CoPPA, analiza los relatos de mujeres en Ecuador que sufrieron violencia de pareja y la exposición concomitante al maltrato animal por parte del mismo agresor. El objetivo principal del estudio fue examinar las dinámicas y los impactos relacionados por la intersección de estos dos tipos de violencia, cuestiones aún poco exploradas en el contexto sudamericano.

El artículo publicado sobre la investigación en la revista DALPS, titulado “Todo es una sola”: violencia de pareja y maltrato animal. Experiencias vividas por mujeres en Ecuador, pone de manifiesto los impactos cumulativos que se producen cuando ambos tipos de violencia coexisten, así como el papel del vínculo humano-animal - que puede tanto intensificar como atenuar la victimización - y una elevada vulnerabilidad derivada de respuestas inadecuadas frente a las agresiones.

A efectos del estudio cualitativo, la Violencia de Pareja íntima (VP) se refiere a las experiencias de abuso psicológico, físico, sexual y económico de las mujeres por parte de la pareja masculina (actual o anterior). El Maltrato Animal por parte de la Pareja (MAP) se refiere a actos no accidentales de abuso físico, emocional, negligencia y amenazas de hacer daño o deshacerse de los animales, perpetrados por el mismo agresor.

La recolección de datos se realizó mediante entrevistas en profundidad a 11 mujeres en Guayaquil*. Las participantes tenían entre 18 y 65 años. Todas eran madres y habían convivido con hijos pequeños durante la relación violenta. Varias eran abuelas jóvenes (una mujer se había casado con el agresor a los 11 años).  La duración de la relación violenta oscilaba entre los 7 y los 22 años. En el momento de la entrevista, sólo una de las mujeres seguía viviendo con su agresor. Todas las participantes, excepto una, vivían en condiciones precarias o en situación de pobreza. Para interpretar las narrativas de las entrevistadas y tener en cuenta el contexto, se analizaron los datos utilizando un enfoque híbrido de análisis temático (Swain, 2018).

El análisis de los relatos halló que el Maltrato Animal por parte de la Pareja (MAP) interactuó y operó conjuntamente con la Violencia de Pareja (VP), intensificando el miedo, el dolor emocional y el control de los agresores sobre las mujeres. Asimismo, se encontraron manifestaciones similares de violencia contra las mujeres y los animales en las formas, trayectorias, patrones y momentos concretos de la agresión.

La violencia fue a menudo minimizada o justificada por los agresores, los familiares, otras personas de su entorno social y, al menos al principio, por varias de las mujeres entrevistadas. Se produjo victimización secundaria en interacciones con diversas instituciones. La vulnerabilidad de las víctimas se recrudeció al producirse fallos en reconocer y dar respuesta a la gravedad de la violencia, lo que obstaculizó su protección, mermó su capacidad de resistencia y limitó sus posibilidades de obtener justicia.

Los niños y niñas a menudo fueron testigos de la VP y del MAP en el hogar. En la mayoría de los relatos se constató también la coexistencia del maltrato animal con otros tipos de violencia por parte de la pareja agresora, en concreto maltrato infantil y maltrato a las propias madres de los agresores.

El vínculo con los animales

Todas las participantes, con la única excepción de una de ellas, expresaron un fuerte apego con los animales de compañía presentes durante la relación violenta: “él era mi vida”; “mis mascotas son mis hijos”.

La mayoría también destacó la naturaleza recíproca de la relación: “ella adoptaba mis estados de ánimo”, así como diversos beneficios que les aportaba la interacción con el animal.

Cómo se manifestaba la VP y el MAP

La mayoría de las participantes declaró haber padecido incidentes frecuentes, formas acumulativas de violencia y agravamiento de la VP y del MAP, hasta llegar a situaciones de grave riesgo.

Las participantes habían sufrido VP tanto física como psicológica, que incluía abusos diversos y de creciente severidad. En sus propias palabras: “me dejó estas cicatrices de aquí”; “fue un matrimonio de humillación, de violencia, de 22 años de maltrato… era un mundo de miedo”.

Algunos relatos expusieron abusos sexuales: “después de insultarme me forzaba, me violaba, era terrible, yo era su propiedad”. Varias mujeres narraron experiencias de aislamiento forzoso: “No podía dejar pasar a mi madre ni a mi padre ... Cuando mi mamá falleció, no me dejó ir al velorio".

En lo que se refiere al MAP, todas indicaron exposición al maltrato animal físico y emocional y frecuentes amenazas de matar o deshacerse de los animales: “le inyectó lejía y sal"; “lo metió en una bolsa y lo lanzó a la autopista”; “hasta puñetazos le daba”; murió prácticamente abandonado...el perro vivía permanentemente atado...llorando… enfermo”.

Abusos combinados y paralelismos entre la VP y el MAP

Los episodios de maltrato animal a menudo precedían, ocurrían de forma simultánea o se producían inmediatamente después de los incidentes de VP: “Cada vez que nos peleábamos (...) en una de estas peleas el perro se quedó cojo”.

Muchas mujeres percibieron similitudes y paralelismos entre el MAP y su propia victimización:

Lo mismo que hacía conmigo, se lo hacía a los animales, exactamente… es todo una sola”.

Les daba patadas, los lanzaba, luego les mostraba afecto, los cogía, los acariciaba ...Les decía: ‘Perdóname, a veces estoy de mal humor’… lo mismo que me hacía a mí”.

Según él, necesitaba entretenerse con algo, los acariciaba, los acostumbró a irse a la cama con él (...) luego, solo una semana después, su conducta hacia ellos se volvió terrible. Un día cogió a la perrita, la levantó y la hizo volar de una patada (...) algo dentro de ella estalló (...) murió”.

Las tácticas y formas preferidas de agredir a la mujer se reflejaban a menudo en agresiones equivalentes dirigidas a sus animales. Por ejemplo, una participante sometida a un aislamiento extremo y restricciones sistemáticas, indicó que el maltratador también mantenía a dos perros permanentemente aislados y confinados: “Yo no podía salir, no podía salir de casa (...) allí, en esa casa, si se movía una silla, una mesa, era con su consentimiento (...) No podía desatarlo [al perro]”.

Función e impactos del maltrato animal (MAP)

La violencia contra los animales fue instrumentalizada para ejercer control y obtener poder sobre las mujeres: “era su forma de chantajearnos”.

El MAP también se describió con frecuencia como agresión desplazada, una expresión desenfrenada de ira o frustración: “Cuando estaba de mal humor, les daba patadas, les pegaba. Estaba descontrolado (...) si por cualquier razón se encontraba con el animal, se desquitaba con él”.

Castigar e intimidar fueron los motivos principales para el MAP (a menudo combinados) que las entrevistadas destacaron: “Sabe que eso me va a doler profundamente, así que creo que es una forma de llegar a mí y hacerme pedazos”; “Se vengaba con el perro porque sabía que eso nos haría daño, que queríamos al perro”; Tenía una orden de alejamiento (...) mis animales empezaron a aparecer muertos [en la puerta] (...) Hace esto para intimidarme, para que tenga miedo y vuelva con él”.

El MAP causó un considerable dolor emocional a las mujeres: “Me dolió mucho, lloré mucho, ver eso [llora] es algo duro”; “el animal lloraba en un rincón, me rompió el corazón”; “Me hacía sufrir tanto… no quería que sufriera tanto [llora]”; y aumentó el miedo: “y así empecé a tenerle miedo»; «tenía miedo que me haría lo mismo a mí también” y provocó en la mujeres un estado de angustia, vigilancia constante y mayor sumisión: “Hacía caso de todo lo que decía … para que él… no lo maltratara”; “He tenido que guardar silencio, organizar las cosas de tal forma que evitara que el perro acabara dañado”.

El MAP influyó en las decisiones y los comportamientos de las entrevistadas debido a los esfuerzos de las mujeres por: evitar que los animales sufrieran más dolor o consecuencias más graves; evitar perder la relación con el animal querido; e impedir la escalada de la violencia hacia ellas mismas o sus hijos.

Maltrato infantil y violencia contra la madre del agresor

Los incidentes de VP y MAP ocurrieron a menudo en presencia de los niños y niñas: “Cogió un cuchillo, siempre que me atacaba lo hacía delante de las niñas”; “Mi hijo se desesperaba porque se había encariñado con ese perro”.

La mayoría de relatos también revelan incidentes de maltrato infantil por parte de la pareja agresora: “Pegaba a mi hija, la golpeaba de una forma terrible”; “Le pegaba, la insultaba, era muy activo, muy celoso, controlador, no la dejaba tener una amiga”.

Los niños y niñas estuvieron expuestos al MAP, a menudo durante los episodios de VP y a veces como parte de su propia victimización: “Como el bebé no quería comer, cogió un cuchillo de trinchar y amenazó a mi hija, luego empezó a gritar que se iba a ir, cogió y pegó patadas al perro, lo lanzó por los aires, el perro gritaba y nosotros llorábamos porque el perro sufría".

Los testimonios incluyen violencia de los agresores dirigida contra sus propias madres, así como contra los animales de sus madres, por ejemplo: “La abuelita [en silla de ruedas] estaba cubierta hasta aquí de orina, incluso hasta el pelo. ¡Y es su madre! Se relaciona con su madre del mismo modo que se relaciona con el animal”; “mató al gato de su madre”; “Lo mismo pasaba en casa de su madre, como tenía problemas con ella relacionados con dinero [quería dinero] la tomaba con el perro, le daba patadas para que su madre se sintiera mal”.

La influencia del Vinculo Humano-Animal (VHA)

El estudio reveló que los vínculos recíprocos entre las mujeres y sus animales desempeñaron un papel multifacético. La relación con los animales podía provocar incidentes de violencia hacia las mujeres y sus animales, y a la vez podía ofrecer protección. Además, se halló que este vínculo impulsó respuestas agénticas, tanto por parte de las mujeres como de los animales, que influyeron en la violencia y las dinámicas interactivas de resiliencia, vulnerabilidad y resistencia en estos contextos.

Los animales de compañía (los perros, en particular) fueron percibidos como observadores implicados en la VP y tanto las mujeres como los animales participaron en acciones recíprocas para defenderse o protegerse mutuamente: “Intentó estrangularme, entonces el animal vino a ayudarme, casi le destroza la espalda [al maltratador], arañándole y mordiéndole (...) me salvó”; “Me dolía. Yo le decía a mi hija: ‘mientras ese cabrón esté aquí, es mejor que no traigamos animales porque van a sufrir, van a morir’ (...) salva al animal y sálvate tú porque te están maltratando por defender al animal".

Las entrevistadas (y sus hijos) intentaban proteger a los animales: “Le daba de comer a escondidas”; “los metían debajo de la cama para que no salieran y el padre no pudiera verlos y pegarles”. Tras producirse la escalada a MAP severo, algunas participantes decidieron proteger a sus animales entregándolos a otros hogares: “Tuve que regalarla, y ¿por qué, porque con tanto maltrato iba a acabar matándola [llora]”; “Hablé con una señora de buena familia para ver si se lo llevaba … allí el perro estaría bien y no estaría sometido a lo que ocurría en casa”.

Los animales eran una fuente de compañía social y un apoyo emocional para las mujeres y sus hijos e hijas: “Cuando lloraba, el perrito se acercaba a mí y me acicalaba las piernas como para consolarme”; “Me dijo que Lobo había sido su única compañía”. Las participantes describían que los animales empatizaban con su tristeza y miedo. Pero los lazos con los animales también precipitaron episodios de VP y MAP: “Fui a la tienda por un brik para los gatos y su madre. Cuando volví (...) había un gato en el pasillo, ahogado”, y dificultaron que algunas mujeres pusieran fin a la relación violenta: “No me dejará llevarme a Poppy... no puedo dejarla atrás”.

Minimización del daño e impactos interrelacionados

Todas las mujeres encontraron alguna forma de minimizar la responsabilidad del maltratador, o incluso de justificar su violencia contra ellas y sus animales, al menos tras las primeras victimizaciones. A menudo, familiares y otras personas articulaban y reforzaban justificaciones similares para el comportamiento violento, o minimizaban la gravedad del daño. Estas actitudes dificultaban que las mujeres se opusieran a las agresiones y contribuían a perpetuar su victimización: “Siempre quise tapar el sol con un dedo”; “Mi madre, una mujer sensata, aún vivía y también me dijo que tenía que aguantar porque era el padre de mis hijos (…). Me adapté a esa vida salvaje durante 22 años en los que no hubo nadie que me quitara esa venda de mis ojos”; “Lloré mucho, pero la gente decía “¡Ah, solo es un perro! No es como si hubiera matado a tu hijo”.

La resiliencia comenzó con la toma de conciencia de la victimización, después de haber sufrido violencia prolongada y de riesgo creciente: “Tenía problemas conmigo, consumía incluso en casa, maltrataba al perro, a mi hija con un cuchillo... por todo eso, dije: "esto ha ido demasiado lejos"... Me fui sin nada”.

Algunas mujeres relataron dificultades tras la denuncia y/o la separación; en particular, un mayor empobrecimiento de sus hogares y, para algunas, continuos ataques y amenazas por parte de sus ex parejas: “Ya no quería más nada de él; me dijo que iba a incendiar mi casa conmigo y mis hijas dentro”. Algunos testimonios indicaron asimismo dificultades a la hora de encontrar alojamiento junto a sus animales.

Las mujeres indicaron daños psicológicos duraderos, y algunas describieron secuelas en su salud física. Además, la violencia afectó también al comportamiento y a la salud mental de sus hijas e hijos, lo que supuso dificultades adicionales: “Con la muerte de su hermano [suicidio], la muerte del perro [a manos de la pareja agresora], los problemas con el padre, ella quería suicidarse”. Una de las mujeres declaró estar ansiosa, porque su hija mayor había empezado a maltratar a su perro: “Esto es un trauma que persiste en los niños y piensan que es algo normal”. Otras temían por sus hijas, que ahora habían establecido relaciones con un hombre violento.

Victimización secundaria por parte de las instituciones

Las respuestas de las fuerzas del orden frente a la violencia contra las mujeres fueron a menudo inadecuadas y desdeñosas, dejando a las víctimas desprotegidas frente a nuevas agresiones. En los procesos de búsqueda de apoyo o protección ante una nueva victimización primaria, se encontraron con una victimización secundaria por parte de la policía: “Me sentí tan impotente cuando oí al policía decirle: “no te preocupes, te respaldaremos, no te encarcelarán por golpearla, ni siquiera le has hecho tanto” (...) ¿por qué tardaron tanto, por qué no le acusaron de intento de feminicidio?”; “Me sentí sola, totalmente sola, cuando vi que los policías charlaban con él [la pareja]… y el policía me dijo: “Escucha, él tiene un buen trabajo”, le dije: “¡¿Qué, perdona?! ¡¿Porque no tengo trabajo no valgo nada?!”

En lo que respecta a los procedimientos judiciales penales, estos hicieron que las mujeres se sintieran solas y desvalorizadas y provocaron efectos adversos en sus hijos. Las leves sanciones impuestas a los agresores, posteriores al arresto, no se corresponden con el daño causado por la VP y dejaron a las mujeres expuestas a represalias por parte del agresor: “No se hace justicia. Salió en 10 días, pagó la multa y salió. Obviamente, habían visto todos mis moratones y todo... pero no era suficiente”; “El juez dice que hay un vacío legal (...) lo único que hizo el juez fue sacarlo de la casa”; “Con la visita judicial (...), mi hija menor empezó con fiebre, dolor de estómago, la boca llena de llagas (...) no quería hablar”.

En cuanto al MAP, la única participante que denunció a las autoridades a su ex pareja acosadora que había matado a varios de sus perros relató: “Les expliqué que había matado a mis animales. Y ellos respondieron: "aquí no aceptamos ese tipo de denuncias de maltrato animal. Este lugar es para mujeres".

El bienestar de los animales, el maltrato animal y la preocupación de las mujeres por la seguridad de sus mascotas no recibieron atención en ninguno de los casos: “Eso era lo último que les interesaba, no podían importarles menos mis mascotas”. El personal de apoyo y los profesionales de la salud mental tampoco preguntaron al respecto, ni atendieron a los impactos psicológicos de presenciar este tipo de abuso: “No le daban importancia a eso”.

Conclusiones e implicaciones prácticas

Las principales conclusiones del estudio son:

  • El maltrato animal por parte de parejas abusivas opera en paralelo a la violencia de pareja, como un comportamiento potente e integrado de la violencia contra las mujeres.
  • Los vínculos con los animales a menudo sustentan estas dinámicas e influyen en la resiliencia, la resistencia y la vulnerabilidad frente a la violencia
  • Las concepciones de la masculinidad y las normas sociales que respaldan el dominio masculino fomentan respuestas formales e informales que prolongan la victimización, permiten daños más graves, incluso daños prevenibles, y dejan a las víctimas prácticamente desprotegidas y con pocos recursos para obtener justicia para ellas y ninguno para sus animales.

Hasta la fecha, la mayoría de las investigaciones sobre VP y exposición al MAP se han llevado a cabo en Norteamérica, Europa y Australia. Estudios anteriores sobre el fenómeno se han centrado en países de altos ingresos, a menudo con datos recopilados de mujeres que residen en refugios y/o en contextos donde la violencia de pareja y el abuso de animales de compañía despiertan una mayor condena social, lo que se refleja asimismo en un mayor acceso a intervenciones que les brindan protección y opciones de seguridad, también para sus animales.

El presente estudio amplía nuestra comprensión de cómo las mujeres experimentan la coexistencia de estas violencias en una ciudad sudamericana y un contexto cultural machista, donde patrones socioculturales pueden estar contribuyendo a normalizar tanto la violencia hacia mujeres como el maltrato animal. 

Los hallazgos expuestos exigen políticas que respondan mejor a las necesidades y demandas de las víctimas. Esto implica reconocer la necesidad de las víctimas de VP de obtener protección para ellas, sus hijos y sus animales; facilitar el acceso a la justicia y que se reconozca la importancia que las víctimas de VP atribuyen a sus animales de compañía. 

Los resultados resaltan cómo el contexto y las respuestas a la VP y el MAP impactan en la victimización y la vulnerabilidad. Así, las autoras subrayan la conveniencia de implementar "estrategias holísticas de prevención, intervención y reparación"; de centrarse tanto en la victimización secundaria como en la primaria; de modificar los patrones socioculturales de género y de abordar la normalización de estos tipos de violencia.

Asimismo, las autoras hacen un llamamiento para que se lleven a cabo estudios que examinen los efectos en las mujeres de la polivictimización por VP y MAP, máxime teniendo en cuenta que la literatura científica ya ofrece evidencias de que la exposición a distintos tipos de violencia tiene efectos negativos más fuertes que la victimización, incluso severa, por un único tipo de violencia.

 

El estudio fue realizado por un equipo multidisciplinar de miembros de CoPPA, que incluyó a una investigadora, experta en Criminología y Victimología, directora del Instituto Vasco de Criminología, IVAC-KREI, (Gema Varona), la presidenta del Comité de Expertas del MESEVIC-OEA, la Convención Interamericana para abordar la Violencia contra la Mujer (Gloria Camacho), la coordinadora de CCEPVI y del Comité de Proyectos de CoPPA (María Esteve), y una experta en Administración Pública, ex directora de la oficina ERAH del Gobierno del Guayas, Ecuador (Virginia Portilla).

Varona Martínez, G., Camacho, G., Esteve, M., & Portilla, V. (2025). “Todo es una sola”: violencia de pareja y maltrato animal. Experiencias vividas por mujeres en Ecuador. DALPS (Derecho Animal-Animal Legal and Policy Studies), 3, 424–463. https://doi.org/10.36151/DALPS.062

Contacto:  mhe@coppaprevencion.com

 

La Coordinadora de Profesionales por la Prevención de Abusos, CoPPA, y las autoras expresan su sincero agradecimiento a las mujeres que participaron en este estudio. Se destaca también la estimable colaboración de la oficina ERAH del Gobierno de Guayas, la Fundación Franz Weber y el Centro Ecuatoriano para la Promoción y Acción de las Mujeres (CEPAM-Guayaquil).

 

*Antecedentes

El presente estudio concluye un proyecto de investigación de tres partes sobre la violencia de pareja hacia las mujeres y contra los animales, realizado por CoPPA en Guayaquil, Ecuador. En nuestro previo estudio cuantitativo con datos recogidos a través de una encuesta estructurada a 220 mujeres en Guayaquil (119 reclutadas de la comunidad y 101 relacionadas con un centro de atención a mujeres), se constató que el 62 % de las participantes que habían experimentado violencia de pareja en los últimos 12 meses también reportó maltrato animal por parte del mismo agresor (n = 88/141)[i], según la medición de dos escalas validadas incorporadas en la encuesta[ii]. Asimismo, el análisis reveló que el maltrato animal se asociaba significativamente con la violencia de pareja, su severidad y, también, con el temor de las mujeres por su propia vida (a manos de la pareja).[iii]

Dado que el 86% de las mujeres contactadas en la fase de preselección de la encuesta (n= 220/256) indicó que había convivido con animales durante su relación más reciente con una pareja masculina, se consideró que, por lo menos para Guayaquil, podría ser de especial relevancia estudiar más en profundidad este fenómeno, con el fin de, entre otros, identificar medidas que puedan contribuir a combatir y atender la problemática de la exposición a la VP y el MAP.

Para el presente estudio, las entrevistadas fueron seleccionadas intencionadamente del grupo de encuestadas relacionadas al centro de apoyo que indicaron tanto VP como MAP (n= 67/101), según la medición de las dos escalas. Once mujeres fueron invitadas y aceptaron participar. Este estudio obtuvo un certificado de aprobación ética y se llevó a cabo en conformidad con los principios éticos para la investigación en ciencias sociales.

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[i] Respectivamente, el 42 % de las supervivientes de VP en la muestra de la comunidad y el 74 % de las supervivientes de VP en la muestra del centro.

[ii] Escala de Violencia e Índice de Severidad (EVPS), desarrollada por Valdez-Santiago et al. (2006) y la Partner Treatment of Animals Scale (PTAS), desarrollada por Fitzgerald et al. (2016)

[iii] Análisis de Eva Aizpurua y Carlos Martínez de Ibaretta, recogidos en informes de CoPPA elaborados para el Gobierno Autónomo de Guayas.

 

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