En octubre de 2023 la Relatora Especial de la ONU sobre la situación de los defensores de los derechos humanos, la Sra. Mary Lawlor, abrió un proceso de consulta en el que invitó a Organizaciones de la Sociedad Civil y a defensores de los derechos humanos a remitir aportaciones para la elaboración de un Informe temático sobre la situación de los niños y jóvenes defensores de los derechos humanos, a presentar ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
Entre otros muchos riesgos o retos a los que sin duda se enfrentan niños, niñas y jóvenes defensores de derechos humanos, existe un aspecto sobre el que no suele llamarse la atención pero que, sin embargo, tiene también una influencia directa en la labor desarrollada por estos niños y jóvenes, y por tanto en su eficacia, y que CoPPA ha querido destacar en sus aportaciones a la Relatora Especial.
“Nos referimos a aquellas situaciones en las que la vulneración de derechos humanos, y concretamente de derechos de niños, niñas y adolescentes, ni siquiera es identificada como tal, o es difícilmente percibida incluso por los propios jóvenes, al tratarse de conductas o acciones que responden a patrones o costumbres sociales normalizados y/o que cuentan con amparo legal, a pesar de que esté actualmente demostrado que atentan contra dichos derechos”, señala CoPPA.
Como ejemplo de lo anterior CoPPA apunta al artículo 19 de la Convención de los Derechos de Niño, que consagra el derecho de la infancia a vivir libre de todo tipo de violencia. Un derecho que, tal como ha refrendado repetidamente el Comité de Derechos del Niño de Naciones Unidas, incluye el deber de proteger a la infancia de la exposición a la violencia contra los animales.
Según han constatado estudios e investigaciones y ha sido comprobado en la experiencia práctica de profesionales, asistir como espectadores o participar en actividades de violencia hacia los animales puede provocar en los menores de edad efectos como: miedo, angustia, trauma y otros impactos negativos para su bienestar; normalización de la violencia y actitudes que la justifican; mayor riesgo de conductas antisociales; y peligros para su integridad física.
“Esta realidad debe ser conocida por la juventud defensora de derechos humanos”, reclama CoPPA, quien recuerda que la propia Organización de Naciones Unidas a través del Comité de los Derechos del Niño se ha pronunciado de forma expresa en contra, por ejemplo, de que los niños asistan o participen en corridas de toros, así como en contra del uso de armas por parte de menores de edad, lo que implica a actividades como la caza.
Sin embargo, tal como ha explicado la entidad a la Relatora Especial, en la medida en que niños, niñas y jóvenes se hallan imbuidos en un entorno que normaliza tipos de violencia como los señalados, pueden permanecer ajenos e ignorar que con su exposición o participación en tales expresiones violentas también se están vulnerando sus derechos.
Ante esto, CoPPA insiste en que “es esencial que niños y jóvenes reciban información y formación suficiente que les permita contar con una perspectiva amplia y comprensiva de la variedad de factores y circunstancias que pueden estar comprometiendo sus derechos y, de esta manera, poder abordar su defensa y reivindicación”.
Por todo ello, CoPPA ha solicitado a la Relatora Especial que, en plena coherencia con el reconocimiento y posicionamiento de Naciones Unidas respecto al deber de proteger a menores de edad de la exposición a todo tipo de violencia, incluida la ejercida contra los animales:
Véase: Esteve, M. & González, M. (2023). Exposición de menores a la violencia hacia animales en espectáculos y otras actividades: impactos, repercusiones y necesidad de protección (CoPPA No. VA/NNA-2023-11). Coordinadora de Profesionales por la Prevención de Abusos.
