¿Hay progresión desde el abuso a animales hasta la violencia interhumana?

2017

C. Marzo, 2017.

 

Beirne, P. (2016). ¿ Hay progresión desde el abuso a animales hasta la violencia interhumana?

 

 

 

 

Extracto

La tesis de la progresión

La tesis de la existencia de una relación significativa entre abuso animal y violencia interhumana cuenta con una genealogía larga e impresionante. Existen apasionadas aserciones acerca de su veracidad que se pueden encontrar en los discursos y escritos de diversos pensadores y pensadoras, tales como Pitágoras, Santo Tomás de Aquino, Montaigne, Kant, Mary Wollstonecraft, Gandhi y Margaret Mead. Propugnada por sus portadores en un alto nivel de abstracción, hoy es a menudo diseminada con el eslogan “el vínculo”. Prominentemente se le refiere así por feministas y miembros de agencias estatales y organizaciones filantrópicas que trabajan con familias en riesgo. También aparece implícitamente en los escritos de filósofos morales acerca de bienestar animal y derechos de los animales.

Los medios de comunicación, así como muchos practicantes y activistas en la comunidad de protección animal, estiman evidente la realidad de esta tesis, a veces la consideran una revelación científica indisputable con consecuencias políticas de urgencia extrema. A veces la cadena causal del vínculo es específica: una forma particular de abuso animal –por ejemplo, violencia sexual hacia animales– que presagia una forma de violencia interhumana correspondiente –en este caso, violación–. Así, un gerente de la división de casos de la Gente por el Trato Ético a los Animales –peta, por sus siglas en inglés– que intervino contra un hombre de sesenta y tres años de edad procesado en marzo de 2005 por múltiples casos de violación a terneros en Neillsville, Wisconsin, pidió al juez procesar al acusado porque “los estudios muestran que los delincuentes que cometen bestialidad muchas veces prosiguen a cometer crímenes sexuales contra humanos”.

No pretendo suponer que no hay un vínculo entre abuso animal y violencia interhumana; al contrario, propondré que muchas veces están íntimamente conectados y que puede no haber vinculación en una, sino en amplia variedad de formas. En lo que sigue, trataré únicamente un aspecto de esta enredadera en la pretensión de que existe una relación causal entre abuso animal y violencia interhumana. Para esta pretensión utilizaré el término “la tesis de la progresión”. Cuando el término “la tesis de la progresión” apareció por primera vez en investigaciones sociológicas de los años 60 y 70, se refería a la aparente relación de causa y efecto en el uso no-medicinal de drogas y alcohol, aunque a su fórmula básica causal también se le denominó “escala”, “graduación”, “pre-disposición”, y la “teoría del trampolín”. Como objeto de estudio más o menos centrado, la tesis de la progresión ha sido aplicada a la interacción humano-animal a partir de los 90 hasta el presente.

Especialmente en el discurso popular, la falta de sutileza, sin importar qué tan bien intencionada sea, con la cual son frecuentemente referidas las complejas relaciones entre abuso animal y violencia interhumana, tiende a hacer parecer el vínculo más como el frágil producto de slogans y menos como evidencia concreta y lógica. Sin duda, antes de afirmar con certeza que hay un patrón de progresión de abuso animal hacia la violencia interhumana –y, de ser el caso, entonces de qué tipo– se deben explorar los truculentos problemas de la evidencia. En particular, no se aprecia del todo que la demostración de la veracidad de la tesis de la progresión dependa, en última instancia, de que sus proponentes combinen exitosamente dos afirmaciones bastante separadas. Cronológica y causalmente, una de estas proposiciones va hacia adelante, la otra hacia atrás. En la primera, se afirma que quienes abusan de animales son más propensos a actuar violentamente hacia humanos que quienes no come ten abuso. En la segunda, se sostiene que quienes actúan violentamente hacia humanos son más propensos a haber abusado de animales en el pasado que quienes no son violentos. Es claro que las asociaciones lógicas dentro de estas proposiciones no necesitan ser de estricta causalidad humeana, sino más bien de persistente y robusta asociación estadística. La pregunta es ¿qué tan fuerte y consistente es la asociación? Si hay una asociación persistente entre abuso animal y violencia interhumana, entonces ¿cómo se podría explicar?

Pese a que estas dos proposiciones –una prospectiva, la otra retrospectiva– son los pilares necesarios de la tesis de la progresión, el sitio en el que ésta se origina es comúnmente presentado dentro de las dinámicas sociales de las familias en crisis. Una de las principales características de disfuncionalidad de estas familias es la presencia de violencia interpersonal, a cuyos vínculos definidos con el abuso animal ahora me referiré.

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