Noviembre, 2014.
Conclusiones:
El análisis del conjunto de las investigaciones en este ámbito revela que el abuso sexual de animales está estrechamente ligado a la comisión de agresiones hacia humanos y, en particular, a la violencia sexual contra mujeres y niños.
Los datos demuestran que el abuso sexual de animales se encuentra con más frecuencia entre los agresores violentos, los delincuentes sexuales, y los individuos que han sufrido abusos sexuales en su infancia (Beetz, 2005). Asimismo, y siendo de especial relevancia para la labor de las fuerzas del orden y de las autoridades judiciales, varios estudios sugieren que el bestialismo podría señalar una mayor peligrosidad entre los delincuentes sexuales ya que, los agresores sexuales que han incurrido en el abuso sexual de animales, parecen emplear mayor violencia y cometen más delitos sexuales que otros delincuentes sexuales, presentando un alto riesgo de reincidencia criminal.
El reconocimiento de este vínculo entre el abuso sexual de animales, la violencia y los delitos sexuales contra humanos, ha generado numerosas reacciones por parte de legisladores y autoridades policiales y judiciales en varios estados y países. Estas medidas incluyen el desarrollo de protocolos de intervención, guías para el reconocimiento de indicios en casos de bestialismo, endurecimiento de penas, el uso de historiales de bestialismo para la identificación y detención de agresores, y manuales específicos para la recopilación de evidencia forense por parte de veterinarios en casos de sospechas de abuso sexual de animales.
En este mismo sentido, la mayoría de países en Europa ya han prohibido el abuso sexual de animales y varios países como Canadá, EE.UU. y Nueva Zelanda han aprobado leyes que exigen, recomiendan o promueven que los profesionales de varias disciplinas informen a las autoridades ante cualquier sospecha de abuso de animales.
Además, numerosos estados han implementado protocolos para facilitar que los veterinarios, los organismos de protección de los niños y la policía intercambien datos de informes de abusos de animales y menores de edad, lo que ha dado como resultado un mayor índice de detección de violencia doméstica y maltrato animal (Pierpoint & Maher, 2010).
En paralelo, en un gran número de estados en E.E.UU. ya han tomado medidas para registrar y monitorizar a las personas condenadas por abusos sexuales de animales. Al igual que los pederastas y otros agresores sexuales, los individuos condenados son obligados a registrarse en los listados oficiales de delincuencia sexual. Asimismo, la mayoría de los estados de E.E.UU. ya cuentan con leyes que han incluido el bestialismo en su definición de la pornografía u obscenidad infantil, requiriendo también el registro de personas involucradas en la producción, posesión o distribución de material de este tipo. En Canadá, incurrir en actos de esta índole delante de un menor, o incitar a un niño a incurrir en actos de bestialismo, es considerado maltrato infantil y puede ser penado con hasta diez años de cárcel.
Un historial con conductas de bestialismo en un individuo puede ser un indicador de un alto riesgo de peligrosidad, pudiendo ser útil a los jueces en sus consideraciones sobre el riesgo de reincidencia o decisiones acerca de la retirada de custodia parental y la protección de menores de edad, como también en la evaluación de posibles intervenciones y tratamientos. Por otra parte, la detección de un caso de bestialismo podría señalar la presencia de un agresor sexual peligroso en la comunidad y servir, así, de alerta a las fuerzas del orden para que puedan buscar y frenar a delincuentes peligrosos.
Por todo lo expuesto, podemos concluir que los resultados de estas investigaciones indican la necesidad urgente de prevenir y atender este problema social. Las políticas públicas imprudentes que reflejan actitudes permisivas o que minimizan la importancia del abuso sexual de animales, caen en la negligencia; no solo en lo referente a la protección de los animales, si no también en la propia protección de la ciudadanía.
Afortunadamente, cada vez son más los legisladores, las autoridades policiales y las asociaciones de veterinarios que han empezado a comprender que, no actuar ante indicios o informes de abuso sexual de animales, puede suponer proteger a un agresor que está agrediendo sexualmente a niños o personas en situación de vulnerabilidad.
Enlace al texto completo: https://coppaprevencion.org/files/CoPPA_VMN_40-14_Abuso_sexual_de_animales_y_delitos_sexuales_Resumen.pdf