Octubre, 2014.
En México, cada día son asesinadas siete mujeres (Inegi, 2014), mientras que casi cuatro millones de mujeres han vivido alguna situación de violencia laboral (Inegi, 2011), como recibir un salario menor por el mismo trabajo realizado por un hombre, tener menos oportunidad que un varón para ascender de puesto laboral, o presentar una prueba de embarazo como condicionante para conseguir trabajo.
Por ello, con el fin de crear conciencia sobre estos y otros problemas derivados de la violación de los derechos de las mujeres, el Rector de la Universidad Iberoamericana, David Fernández Dávalos, S.J., el Programa de Derechos Humanos de esta casa de estudios y reconocidos expertos en la materia presentaron la campaña "Optemos por no discriminar: por una vida libre de violencia contra las mujeres".
En la presentación de la campaña participaron Karla Micheel Salas, presidenta de la Asociación Nacional de Abogadas y Abogados Democráticos e integrante del consejo de la organización Nuestras Hijas de Regreso a Casa (NHRC), quien desde 2004 coordinó el trabajo jurídico en la representación de las víctimas, en el caso “Campo algodonero vs México”, primer caso de feminicidio presentado ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, y Alejandra Nuño, defensora desde el Centro de Derechos Humanos de las Mujeres de Chihuahua (Cedehm).
También participaron Jesús Peña, representante adjunto de la Oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos; Iván Ricardo Pérez, director de Cultura por la No Discriminación en el Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México (Copred), y José de Jesús Ponce, director general adjunto de Vinculación, Programas Educativos y Divulgación del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred).
La definición de violencia contra las mujeres incluye una amplia gama de actos e incorpora el daño o sufrimiento psicológico, patrimonial, económico, sexual o la muerte. Abarca prácticas tan complejas como privaciones que comprometen el bienestar de las mujeres y sus familias; concepciones sobre la maternidad, la monogamia y la heterosexualidad; criterios de moda y belleza; realizar un trabajo igual al de los hombres con menor remuneración, e incluso prácticas ginecológicas u obstétricas.
Así lo señalaron el doctor José Antonio Ibáñez y la maestra Sandra Salcedo, investigadores del Programa de Derechos Humanos de la Ibero, quienes añadieron que entre las prácticas más comunes denunciadas por las mexicanas se encuentran recibir un salario menor al de un hombre por el mismo trabajo, tener menos oportunidad que un hombre para ascender de puesto laboral, y la petición de una prueba de embarazo como condicionante para conseguir trabajo.
